Wednesday, June 17, 2009

Sobre Cuba

17/06/09
Hace apenas un par de horas discutía acaloradamente sobre Cuba con un amigo y, dado que esta columna debió entregarse hace una semana y sigo sin haber escrito una sola línea, quisiera, primero, aprovechar esta pequeña reflexión para hacerme de lo más parecido— si se puede— a una opinión definitiva sobre el asunto, para así ahorrarme futuras partiduras de cabeza y segundo, adelantar una disculpa para el perspicaz lector que haya advertido ya, que a este tema, por más piruetas que le haga dar, simplemente no puedo presentarlo como de relevancia en la actualidad política mexicana. Para el que siga leyendo, ahí va.
En julio de 2006 provisionalmente, y en febrero de 2008 de forma definitiva, Fidel Castro dejó la dirigencia de la isla caribeña a su hermano Raúl. Como era de preverse, el acontecimiento despertó la efervescencia especulativa de muchos analistas políticos, así como la de unos cuantos peleles, entre ellos, su servidor. Así es que pasé, hace poco, un mes en La Habana.
Algo que hasta al más distraído de los turistas le asalta la mirada, es la abrumadora cantidad de propaganda política, la cual, a diferencia de la nuestra –que ensalza a nuestros gobernantes por la más reciente de sus inversiones en infraestructura—, se sirve sobretodo de consignas anti yanquis; y es que, entre las pocas cosas sobre las que les queda capitalizar políticamente a los dirigentes cubanos está la presencia emblemática de la isla como el diminuto país que, por sí mismo, constituye el único bloque que sigue desafiante ante el paso del imperialismo norteamericano. Esta presencia, casi mítica, inaudita, la del nuevo David que enfrenta al Goliat de nuestro tiempo, sigue siendo aplaudida y objeto de innumerables elogios. Ahora, si bien es innegable que con la revolución de 58 se vio la culminación de un esfuerzo por terminar una larga historia de explotación, servilismo y despojo, ¿Debiera pensarse factible la transmisión del mismo profundo significado emancipador a las generaciones de cubanos venideras? Planteándolo de otro modo, ¿Puede justificarse ante la juventud cubana una revolución de la que, a sus ojos, sólo derivan embargos comerciales, múltiples privaciones materiales, alimenticias y de expresión, entre otras? Después de un mes de preguntárselo a todo cubano que tuviera el mal tino de escoger la misma banqueta por la que yo pasaba, creo que la respuesta es no.
Primeramente, creo que todo visitante llamado por la curiosidad de develar el secreto detrás de una economía –oficialmente— comunista corre el riesgo de, como yo, quedar tremendamente desilusionado. El caso de la economía cubana entraña una llaneza tal, que el desconcertado curioso no tarda en hacer el paralelismo fatal: ese que obliga a interpretarlo casi todo como un símil del capitalismo. Me explico; la configuración socioeconómica cubana no está fundada en un imperante principio de igualdad, sino que obedece a la mismísima lógica de retribución laboral que el resto del mundo capitalista; esto no porque el sistema lo prevea así, sino porque entre los cubanos resulta ya flagrantemente ingenuo pretender una economía familiar sostenida sólo con lo que el Estado ofrece(un obrero gana 400 pesos cubanos y un doctor gana 700; una cebolla cuesta alrededor de 5 pesos, una libra de frijoles 10 pesos, y un cuarto de kilo de pollo 23 pesos. Las raciones de comida suministradas por el Estado consisten, mensualmente, en 2 kilos y medio de arroz, medio litro de aceite para cocinar y, cuando disponibles, porciones de frijoles, azúcar, sardinas, puerco, pollo, jabón o pasta de dientes por persona), y porque es bien sabido que la única alternativa está –aunque quizá ahora cada vez más en la boyante economía informal— en partir al extranjero como profesionista, y así – tristemente sólo así— podrá permitírsele un estilo de vida más holgado a quienes se deja en la isla. Con esto, la diferenciación socio económica entre los habitantes de la isla no se hace esperar, y el hijo de doctor en Miami viste más caro y tiene un mp3 más nuevo que el hijo de plomero, también en Miami. Lo importante de rescatar es la incompatibilidad, cada día más insalvable, entre el discurso oficial, que pregona una fórmula de “cada quien según su capacidad, cada quien según su necesidad” y la realidad, muy distinta, que experimenta la juventud cubana.
Los grandes estandartes cubanos de la salud y educación gratuitas, enarbolados una y otra vez de cara a los detractores de la revolución, no tienen el mismo peso argumentativo de antes, pues –además de la obviedad de que Fidel y sus cercanos no son atendidos en los mismos hospitales que el resto de los cubanos— la fuga de capital humano trae consigo el inevitable deterioro en la calidad del servicio público. Actualmente, “la estimación oficial de los daños directos e indirectos del bloqueo a la economía cubana asciende a 79,325 millones de dólares” esto incluye ingresos dejados de percibir por exportaciones de bienes y servicios, afectaciones monetario-financieras, el bloqueo tecnológico, la incitación a la emigración y la fuga de talentos, las afectaciones en los servicios a la población, entre otros.
La realidad es que Cuba se aproxima a la asfixia económica, y sobrevive apenas echando mano de sus ciudadanos en el extranjero, del turismo y de subsidios venezolanos. Las remesas enviadas por los cubanos residentes en el extranjero fueron estimadas en 500 millones de dólares en 2007. El gobierno de Hugo Chávez concedió un apoyo de 800 millones de dólares y 92,000 barriles de petróleo en 2006 al gobierno cubano, además de 1.5 billones de dólares en 2007, todo a cambio del envío de 20,000 cubanos profesionistas a Venezuela.
El tema de la disidencia en Cuba siempre ha sido delicado; sin entrar en detalles, dejémosle en que no es ningún secreto que el cubano se anda con cautela a la hora de despotricar contra su gobierno; sin embargo, Raúl Castro convocó, en septiembre de 2007, “a los cubanos a expresar su punto de vista con valentía, sinceridad y objetividad” sobre el funcionamiento del sistema socialista en el país; como respuesta, se sostuvieron 12000 debates, y se obtuvieron 1, 200, 000 propuestas de cambio; sin querer parecer temerario o disparatado en mi diagnóstico, lo anterior me parece un indicador bastante contundente de que el ánimo general cubano apunta, repitámoslo por si las moscas, al cambio.
Corrigiéndome en lo dicho con anterioridad, respecto a la imposibilidad de sostenerse con lo que el Estado cubano suministra, no sé si sea suficiente para algunos, muy probablemente sí; lo que me importa señalar es el estrecho margen de alternativas económicas que se presentan al cubano y, sobre todo, la posibilidad de que esta situación devenga, como sucede ya en muchas comunidades, en germen de desmotivación y descontento social. No soy de la idea de que a Cuba no le queda de otra más que abrirse al mercado y atestiguar, con júbilo, el estrepitoso desmoronamiento de su sistema económico; muy al contrario, soy del parecer de que cuanto más de socialista y menos de gringo se tenga en el mundo, tanto mejor. Sólo creo, a raíz de mi viaje, que el desencanto entre la población es apabullante y – en sintonía con el tono reformista de Raúl— que la reinvención de la política cubana es inminente. Que se concrete, por ejemplo, la reforma salarial, con la que se incorporarían bonos y se aumentaría el salario según la productividad del individuo. Con esto, en Cuba se incentivaría la producción, con la eficiencia se disminuirán los índices de consumo energético, se aprovecharía mejor la jornada laboral, se disminuirán las importaciones y, finalmente, se podrían uniformar en las empresas las políticas salariales, según un criterio de trabajo y resultados. Se aumentarían salarios, lo que seguramente supondrá una refrescante primera vez para muchos trabajadores cubanos, así como una posible disminución en la fuga de profesionistas.
En suma, consideraría una lástima que, en aras de salvaguardar una presunta integridad ideológica, se sacrifique la que, según yo, debiera ser la primordial preocupación de cualquier administración pública, esto es, maximizar el bienestar social.
Juan Badan





Fuentes: Jesús García Molina, La economía cubana a inicios del siglo XXI: desafíos y oportunidades de la globalización, folleto, México, Naciones Unidas: CEPAL, 2005.
Alejandro Gutierrez, “Los Desafíos”, Proceso, 2008, num. 1655, p. 43.

2 comments:

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  2. En tiempos dispares a su prosa, con una desavenida y prolongada ausencia de vuestra persona, una demoniaca presencia ha escogido el texto en donde vuestra inteligencia y efervescencia política más resuenan (claro está, dentro de las 5 tentativas posibles). No es sin mas que ésta , claramente omnisciente cronológicamente por poder transitar en las épocas a su antojo, se dispone a hacerle una reverencia, no por vuestra clarividencia futurística , si no por el ejercicio, el ejercicio a destruir la inconsciencia que ofrenta el ser partidista, posicionalista.
    Le será recompensado el haber discernido que la crítica no implica la abolición ni una posición , sólamente una dispocisición sea ésta mediocre o no, a la cognición.
    Su recompensa si dios no la detiene será que vuestra sombra viva en el infierno de la crítica y vuestra alma en el cielo de la razón.

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